Este Post contiene Versículos de la Biblia sobre La Alegria. Textos Bíblicos de Nueva Versión Internacional NVI.
Quiero alegrarme y regocijarme en ti, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.
Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.
Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!.
Porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas, sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo.
Este es el día en que el Señor actuó; regocijémonos y alegrémonos en él.
Aunque la higuera no florezca, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador!
Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación.
Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas.
Ustedes saldrán con alegría y serán guiados en paz. A su paso, las montañas y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo y aplaudirán todos los árboles del bosque.
La angustia abate el corazón del hombre, pero una palabra amable lo alegra.
Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración.
Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y, aunque no lo ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso, pues están obteniendo la meta de su fe, que es su salvación.
Convertiste mi lamento en danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de fiesta.
El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu.
Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.
Me deleito mucho en el Señor; me regocijo en mi Dios. Porque él me vistió con ropas de salvación y me cubrió con el manto de la justicia. Soy semejante a un novio que luce su diadema, o una novia adornada con sus joyas.
Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.
Para el afligido todos los días son malos; para el que es feliz todos son de fiesta.
Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
Al encontrarme con tus palabras, yo las devoraba; ellas eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo llevo tu nombre, Señor Dios Todopoderoso.
Lo mismo les pasa a ustedes: Ahora están tristes, pero cuando vuelva a verlos se alegrarán, y nadie les va a quitar esa alegría.
Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos.
Porque solo un instante dura su enojo, pero toda una vida su bondad. Si por la noche hay llanto, por la mañana habrá gritos de alegría.
Sin embargo, no se alegren de que puedan someter a los espíritus, sino alégrense de que sus nombres están escritos en el cielo.
Pero que los justos se alegren y se regocijen; que estén felices y alegres delante de Dios.
Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.
El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha.
Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.
Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa.
Gritarán de júbilo mis labios cuando yo te cante salmos, pues me has salvado la vida.
Alégrate, joven, en tu juventud; deja que tu corazón disfrute de la adolescencia. Sigue los impulsos de tu corazón y responde al estímulo de tus ojos, pero toma en cuenta que Dios te juzgará por todo esto.
Y volverán los rescatados por el Señor, y entrarán en Sión con cantos de alegría, coronados de una alegría eterna. Los alcanzarán la alegría y el regocijo, y se alejarán la tristeza y el gemido.
Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo.
Tú, Señor, me llenas de alegría con tus maravillas; por eso alabaré jubiloso las obras de tus manos.
Después de oír al rey, siguieron su camino, y sucedió que la estrella que habían visto levantarse iba delante de ellos hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de alegría.
No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad.
Tus estatutos son mi herencia permanente; son el regocijo de mi corazón.
Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”
Tú, Señor, me llenas de alegría con tus maravillas; por eso alabaré jubiloso las obras de tus manos.
Ellos, entonces, lo adoraron y luego regresaron a Jerusalén con gran alegría.
¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra! ¡Brame el mar y todo lo que él contiene!
Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en todas las riquezas.
Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra; adoren al Señor con regocijo. Preséntense ante él con cánticos de júbilo.
Nada me produce más alegría que oír que mis hijos practican la verdad.
¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore. ¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas.
Entonces dijo María: Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría, alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia.
Yo sé que nada hay mejor para el hombre que alegrarse y hacer el bien mientras viva; y sé también que es un don de Dios que el hombre coma o beba y disfrute de todos sus afanes.
Pondrá de nuevo risas en tu boca, y gritos de alegría en tus labios.
Ustedes se hicieron imitadores nuestros y del Señor cuando, a pesar de mucho sufrimiento, recibieron el mensaje con la alegría que infunde el Espíritu Santo. De esta manera se constituyeron en ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.
¡Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra! ¡Prorrumpan en alegres cánticos y salmos!.
Nuestra boca se llenó de risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas. Hasta los otros pueblos decían: «El Señor ha hecho grandes cosas por ellos».
La luz se esparce sobre los justos, y la alegría sobre los rectos de corazón.
Se oirá de nuevo el grito de gozo y alegría, el canto del novio y de la novia, y la voz de los que traen a la casa del Señor ofrendas de acción de gracias y cantan: «Den gracias al Señor Todopoderoso, porque el Señor es bueno, porque su amor es eterno».