Este post contiene Versículos de la Biblia para Reflexionar y Meditar en la Palabra de Dios. Estos versículos son una herramienta poderosa para fortalecer nuestra fe, guiarnos en momentos de incertidumbre y ayudarnos a profundizar nuestra relación con Dios. ¡Esperamos que estos versiculos bíblicos sean de bendición y crecimiento espiritual para ti!.
Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. (Juan 10:11)
Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. (Juan 10:14-16)
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado. (Juan 15:1-3)
Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. (Juan 15:4)
Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. (Juan 15:5)
Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. (Juan 10:27)
Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. (Romanos 8:28)
Porque las dádivas de Dios son irrevocables, como lo es también su llamamiento. (Romanos 11:29)
Solo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te ordenó. No te apartes de ella para nada; solo así tendrás éxito dondequiera que vayas. (Josué 1:7)
La fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. (Hebreos 11:1)
Sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. (Hebreos 11:6)
Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie. (Santiago 1:5)
Yo soy el Señor su Dios. Si escuchan mi voz y hacen lo que yo considero justo, y si cumplen mis leyes y mandamientos, no traeré sobre ustedes ninguna de las enfermedades que traje sobre los egipcios. Yo soy el Señor, que les devuelve la salud. (Éxodo 15:26)
Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. (2 Crónicas 7:14)
Samuel respondió: ¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros. (1 Samuel 15:22)
Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. (Juan 3:17)
No he venido a llamar a justos, sino a pecadores para que se arrepientan. (Lucas 5:32)
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida?. (Mateo 16:25-26)
Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y, al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!. (Filipenses 2:7-8)
Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2:9-11)
Pero el Señor le dijo a Samuel: No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón. (1 Samuel 16:7)
Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!. (Job 1:21)
Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo. (Apocalipsis 3:20)
Le contestó Jesús: El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra morada en él. (Juan 14:23)
Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos. (Proverbios 23:26)
Todo me está permitido, pero no todo es para mi bien. Todo me está permitido, pero no dejaré que nada me domine. (1 Corintios 6:12)
Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará. (Proverbios 22:6)
La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su madre. (Proverbios 29:15)
Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos -afirma el Señor-. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!. (Isaías 55:8-9)
¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él. (Juan 14:21)
No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. (Romanos 12:2)
Así que cada uno de nosotros tendrá que dar cuentas de sí a Dios. (Romanos 14:12)
En el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa que hayan pronunciado. (Mateo 12:36)
¡Miren que viene en las nubes! Y todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo traspasaron; y por él harán lamentación todos los pueblos de la tierra. (Apocalipsis 1:7)
No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y, si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. (Juan 14:1-3)
Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios. (Lucas 9:62)
Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa?. (Mateo 6:25)
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. (Mateo 6:21)
Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. (Jeremías 29:11)
Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. (Juan 8:32)
En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona. (Proverbios 27:19)
El que escucha la palabra, pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo y, después de mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo es. (Santiago 1:23-24)
Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí. (Juan 14:6)
Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré». (Hebreos 13:5)
¡Oh gente adúltera! ¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Si alguien quiere ser amigo del mundo se vuelve enemigo de Dios. (Santiago 4:4)
Si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!. (2 Corintios 5:17)
De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros. (Juan 13:35)
Examíname, Señor; ¡ponme a prueba! purifica mis entrañas y mi corazón. (Salmos 26:2)
Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. (Salmos 139:3)
Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo?. (Jeremías 17:9)