Este post contiene Versículos de la biblia de Esperanza en Dios. En medio de las tempestades de la vida, la esperanza en Dios brilla como un faro de luz que nos guía hacia la calma y la paz. Como creyentes, confiamos en su fidelidad y amor incondicional, y nos aferramos a su promesa de que todas las cosas trabajan juntas para el bien de aquellos que lo aman.
Pero los que esperan en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán. (Isaías 40:31)
Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa. (Hebreos 10:23)
Porque para Dios no hay nada imposible. (Lucas 1:37)
Quien en ti pone su esperanza jamás será avergonzado. (Salmos 25:3)
Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme. (Salmos 40:1-2)
Pero Dios es mi socorro; el Señor es quien me sostiene. (Salmos 54:4)
Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza. (Salmos 62:5)
Espero al Señor, lo espero con toda el alma; en su palabra he puesto mi esperanza. (Salmos 130:5)
El Señor es bueno con todos; él se compadece de toda su creación. (Salmos 145:9)
Yo, Señor, espero en ti; tú, Señor y Dios mío, serás quien responda. (Salmos 38:15)
Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y Salvador; ¡en ti pongo mi esperanza todo el día!. (Salmos 25:5)
Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús. (Filipenses 1:6)
Contra toda esperanza, Abraham creyó y esperó, y de este modo llegó a ser padre de muchas naciones, tal como se le había dicho: ¡Así de numerosa será tu descendencia!. (Romanos 4:18)
Él nos libró y nos librará de tal peligro de muerte. En él tenemos puesta nuestra esperanza, y él seguirá librándonos. (2 Corintios 1:10)
Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración. (Romanos 12:12)
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. (Hebreos 11:1)
El Señor levanta a los caídos y sostiene a los agobiados. (Salmos 145:14)
Para los hombres es imposible, mas para Dios todo es posible. (Mateo 19:26)
Cuentas con una esperanza futura, la cual no será destruida. (Proverbios 23:18)
Pero el Señor cuida de los que le temen, de los que esperan en su gran amor. (Salmos 33:18)
El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus obras. (Salmos 145:17)
Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. (Jeremías 29:11)
Que nuestro Señor Jesucristo mismo y Dios nuestro Padre, que nos amó y por su gracia nos dio consuelo eterno y una buena esperanza, los anime y les fortalezca el corazón, para que tanto en palabra como en obra hagan todo lo que sea bueno. (2 Tesalonicenses 2:16-17)
¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes. (1 Pedro 1:3-4)
Para el que cree, todo es posible. (Marcos 9:23)
Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. (1 Corintios 13:13)
¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva. (1 Pedro 1:3)
Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y Salvador; ¡en ti pongo mi esperanza todo el día!. (Salmos 25:5)
En efecto, si trabajamos y nos esforzamos es porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios viviente, que es el Salvador de todos, especialmente de los que creen. (1 Timoteo 4:10)
Vivirás tranquilo, porque hay esperanza; estarás protegido y dormirás confiado. (Job 11:18)
El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!. (Lamentaciones 3:24)
Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones. (Salmos 34:15)
El justo vivirá por la fe. (Romanos 1:17)
El Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida. El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre. (Salmos 121:7-8)
Pero, si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. (Romanos 8:25)
Nuestra esperanza es la vida eterna, la cual Dios, que no miente, ya había prometido antes de la creación. (Tito 1:2)
Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza. (Salmos 16:9)
Tú eres mi escondite y mi escudo; en tu palabra he puesto mi esperanza. (Salmos 119:114)
De hecho, todo lo que se escribió en el pasado se escribió para enseñarnos, a fin de que, alentados por las Escrituras, perseveremos en mantener nuestra esperanza. (Romanos 15:4)
Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo. (Romanos 15:13)
«Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman». (1 Corintios 2:9)
Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos. (Efesios 1:18)
¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!. (Salmos 42:11)
El Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida. El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre. (Salmos 121:7-8)
Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Todo el que tiene esta esperanza en Cristo se purifica a sí mismo, así como él es puro. (1 Juan 3:2-3)
También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y no solo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia. (Romanos 5:2-3)
Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. (Filipenses 3:13-14)
Bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él. (Jeremías 17:7)
A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra. (Salmos 121:1-2)
Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado. (Romanos 5:5)
Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor; yo espero en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará!. (Miqueas 7:7)
El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío. (Salmos 91:1-2)
Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir. (Apocalipsis 21:4)
El Señor se complace en los que le temen, en los que confían en su gran amor. (Salmos 147:11)
Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno. (2 Corintios 4:18)
Después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables. (1 Pedro 5:10)
Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados. (Salmos 37:7)
Bueno es el Señor; es refugio en el día de la angustia, y protector de los que en él confían. (Nahum 1:7)
Que tu gran amor, Señor, nos acompañe, tal como lo esperamos de ti. (Salmos 33:22)
Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!. (Lamentaciones 3:21-23)
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. (Romanos 8:28)
Dispónganse para actuar con inteligencia; tengan dominio propio; pongan su esperanza completamente en la gracia que se les dará cuando se revele Jesucristo. (1 Pedro 1:13)
Pues hemos recibido noticias de su fe en Cristo Jesús y del amor que tienen por todos los santos a causa de la esperanza reservada para ustedes en el cielo. De esta esperanza ya han sabido por la palabra de verdad, que es el evangelio. (Colosenses 1:4-5)
Espero al Señor, lo espero con toda el alma; en su palabra he puesto mi esperanza. (Salmos 130:5)
Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos. (Efesios 4:4-6)
Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero, si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. (Romanos 8:24-25)
Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y del amor que, para su gloria, ustedes han mostrado sirviendo a los santos, como lo siguen haciendo. Deseamos, sin embargo, que cada uno de ustedes siga mostrando ese mismo empeño hasta la realización final y completa de su esperanza. (Hebreos 6:10-11)
En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio, mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. (Tito 2:11-13)
Los que duermen, de noche duermen, y los que se emborrachan, de noche se emborrachan. Nosotros que somos del día, por el contrario, estemos siempre en nuestro sano juicio, protegidos por la coraza de la fe y del amor, y por el casco de la esperanza de salvación. (1 Tesalonicenses 5:7-8)
Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario, hasta donde Jesús, el precursor, entró por nosotros, llegando a ser sumo sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. (Hebreos 6:19-20)